Lo comentaba hace un par de días en MuyLinux, donde se centra toda esa actividad linuxera mía que antes tenía sitio en Incognitosis. Hoy en día uso Linux un poquito menos cada día, en parte porque me siento cómodo con Mac OS X en el MacBook Air, con Windows 7 en mi PC de sobremesa, y en parte también porque los últimos cambios en mi distro preferida -Ubuntu- no me han convencido
30-09-2011 - Pero el post no está dedicado a hablar sobre Ubuntu y sobre lo mucho que Shuttleworth parece querer copiar de Apple. Está dedicado a unas declaraciones de Miguel de Icaza, toda una personalidad del mundo Open Source, que hace poco hablaba sobre Linux en el escritorio:
«Para ser sincero, con Linux en el escritorio, las ventajas del Open Source han jugado contra Linux en la forma en la que se siguen rompiendo cosas. No solo hay incompatibilidades entre Red Hat, Ubuntu o SUSE, sino que incluso existen entre la misma distribución. La Ubuntu de esta semana es incompatible con la que teníamos hace nueve meses. Y hay múltiples ediciones, la versión KDE, la versión GNOME...
Cuando cuentas las aplicaciones realmente importantes que existen para Linux en el escritorio, probablemente solo llegues a poder nombrar 10. Si te esfuerzas, puede que llegues a nombrar 20. Hemos conseguido hacerle la vida imposible a los desarrolladores en cada etapa del camino, destrozando las APIs continuamente.»
Me guste o no, De Icaza tiene más razón que un santo. La fragmentación que existe en Android es un chiste si la comparamos con la fragmentación de Linux. No solo por la cantidad de distribuciones existentes, sino porque versiones de hace años coexisten con las modernas versiones actuales. Eso solo lleva a una conclusión: problemas.
Es algo implícito en Linux: la libertad que es la base de todo desarrollo Open Source hace que cualquiera pueda tomar un desarrollo, modificarlo, y redistribuirlo con las mismas bases del desarrollo en el que se basó. Ese maremágnum de forks, proyectos paralelos y versiones para todos los gustos habla muy bien de la riqueza de opciones que tiene el mundo Open Source, pero también ha dejado claro que demasiadas opciones pueden llegar a ser totalmente contraproducentes.
La paradoja es clara: tener más opciones acaba planteando un problema en lugar de solucionarlo, y no parece que ninguna distribución ni desarrollador de distribuciones esté por la labor de allanar el camino. Ha habido esfuerzos para unificar criterios, pero nunca han llegado a nada. Y mucho me temo que la cosa seguirá igual.
Me encanta la libertad que ofrece el software Open Source. El problema son los millones y millones de usuarios que no son como tú (si eres medianamente linuxero) y que buscan la comodidad y el camino fácil de aquellos que lo eligen todo por nosotros. Lamentablemente, ese camino compensa lo suficiente para mayoría. Y me asusta decir que cada vez me compensa más a mi. Qué huevos.
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