El lobby del software propietario ataca a dos comunidades autónomas
BSA: tururú
24 de Noviembre de 2008
La Bussiness Software Alliance (conocida como BSA, el grupo empresarial de software apropiativo destinado fundamental -y casi únicamente- a la persecución de lo que sus miembros llaman o consideran piratería), es una entidad que a mí siempre me ha traído reminiscencias de un triste patetismo, como quien contempla a alguien que habita permanentemente en el ridículo más espantoso.
Obviamente, no tragan el software libre, cosa que se entiende por la vía de que es la principal traba para su triste oficio: si aprietan demasiado, la parroquia se les puede ir con todo el equipo a las aplicaciones libres y ¡ay! a los sistemas operativos libres. Por lo tanto, tienen que hacer como el Dios del refranero: apretar, pero sin ahogar y eso a ello, tan amantes de los pleitos muchimillonarios, les trae a mal traer. Sobre estos temas de BSA y software libre hablo habitualmente, aunque de pasada, pero hay dos artículos de «El Incordio» que fueron específicamente dedicados al tema y cuya relectura recomiendo: este primero que dediqué a Carol Bartz, la CEO de Autodesk, que estaba que se la llevaban los demonios con el software libre, y este otro choteándome de las cifras de la piratería en España según la BSA de las narices.
De todos modos, de puertas afuera hasta ahora siempre habían visto al software libre como un problema, más que de BSA, de cada uno de sus socios; es más, en alguna ocasión llegaron a utilizar el software libre como recurso dialéctico, para contestar a quienes encuentran caro el software apropiatio que siempre tienen ahí la alternativa libre.
Pero ahora se acabaron las contemplaciones y tiran a matar. Primero, un preboste de la cosa esta suelta, así, a saco, que el software libre es una puerta de entrada a la piratería (¿Qué?). Y, a continuación, un estudio de estos que se hacen con resultado por encargo, señala a las comunidades de Extremadura y de Andalucía como las más afectadas por la piratería de software. El inteligente procedimiento para llegar a esta conclusión consiste en comparar el número de ordenadores vendidos con el número de licencias Window$ asimismo expedidas, para llegar a la conclusión que la diferencia entre una cifra y otra es la de sistemas operativos (Window$, of course) piratas que hay en estas comunidades, que asumen, así la titularidad del récord de piratería por comunidades autónomas.
Les viene muy bien, claro (no han llegado a esta conclusión por casualidad), porque precisamente estas dos comunidades son las que gozan de una mayor implantación del software libre -adoptado incluso por sus administraciones públicas que siguieron la estela de sus sistemas educativos públicos-, lo que las convierte en la bicha del apropiacionismo.
Lógicamente, la cosa no iba a quedar así y AndaLibre, la Asociación de Empresas de Software Libre de Andalucía ha denunciado esta falsaria ceremonia de la confusión que oficia la BSA en un comunicado de prensa (PDF) en el que denuncia la falacia apropiacionista. Alberto Barrionuevo, presidente de AndaLibre, declara que «ya nos tienen acostumbrados a sus estudios sin rigor en los que obvian la legalidad del software libre y consideran como pirata a todo comprador que adquiera una computadora sin pasar por la caja de sus socios. Hemos de reivindicar que el software libre es absolutamente legal, y que en Andalucía y Extremadura es en las regiones donde más lo usamos de España», para terminar invitando a los ciudadanos «a comprobar que en plena crisis y en muchas tiendas de informática, se pueden adquirir computadoras con Linux, las más rentables por cuanto a económicas y fiables». No menos incisiva, Pilar Choza, vicepresidenta de la entidad empresarial andaluza, advierte: «Estamos totalmente a favor del software legal, pero no consentiremos que impunemente se llame pirata a más de la mitad de la población usuaria de informática basándose en falsos preceptos», e invita, a su vez, «a los gobiernos de las comunidades aludidas, como sus representantes legítimos, a tomar cartas en el asunto y acallar estos agravios continuos y públicos vertidos contra su ciudadanía y tejido empresarial. La BSA no es más que la representante de los principales competidores del software libre, no la representante del software legal o comercial como se autoerige sin potestad alguna».
Una nueva muestra de cómo el software apropiativo -y a su cabeza, el monopolio característico- juega sucio: juega sucio en estudios realizados sin rigor que llegan a conclusiones prefabricadas; juega sucio en el compadreo con los políticos que llega a presentar, en muchos casos, conductas sospechosísimas; juega sucio, en definitiva, en todos los ámbitos en que interviene, sea el de las patentes de software, sea el de la estandarización de formatos, sea el de falsos centros de I+D montados con cuatro duros y tres trabajadores (para llevarse al huerto a una entera comunidad autónoma, municipios incluidos).
Y una nueva muestra de cómo el software libre los trae locos de miedo, de cómo van perdiendo posiciones -pocas, aún, y poco a poco, pero en un goteo incesante que, además, tiende a acrecentarse- que no logran recuperar.
Porque, además, no sólo es el software libre su enemigo: aliados al software libre -que muchas veces utilizan- están naciendo nuevos modelos de negocio que chocan frontalmente con la comercialización tradicional, modelos de negocio que se mueven en un entorno que el software apropiativo ni comprende ni domina, que se basa, además, en sinergías que odian todo lo que representa -en su más amplio concepto- la BSA.
Estáis liquidados, nenes. Colearéis todavía durante algunos años, quizá algunos sigáis existiendo como unos cualesquiera más en un mercado amplio y abierto, pero, como dueños del cotarro, tenéis marcada la fecha de caducidad en el mismísimo culo, así juguéis todo los sucio que queráis... o que podáis, porque tampoco ahí os vamos a dejar deambular tranquilos.
Y lo mucho que yo me alegro.
Opinión de Javier Cuchí en «El Incordio»